
"Winter sea" by benowi.bonro is licensed under CC BY-SA 2.0
No deja de ser paradójico que nos planteemos viajar a Marte cuando nuestro conocimiento del mar es muy limitado. Es bien sabido que la vida en la tierra comenzó en el mar y que este constituye más del 95% de la biosfera. Los océanos configuran las condiciones y naturaleza del clima, estabilizan la temperatura, generan la mayor parte del oxígeno atmosférico y, en general, hacen que la tierra sea habitable para los frágiles humanos que respiramos aire. Sin embargo, existe la curiosa convicción de que el mar es tan enorme que nada que podamos hacer llegará a causar algún daño a su naturaleza básica. Como consecuencia, una profunda y peligrosa complacencia nos atonta mientras destruimos el océano.
Una de las mayores amenazas para nuestro mar es la contaminación que consiste en el vertido de sustancias o de energía efectuado por el hombre, directa o indirectamente, con consecuencias que pueden poner en peligro la salud humana, perjudicar los recursos vivos y el sistema ecológico acuático, causar daños a los lugares de recreo u ocasionar molestias para otras utilizaciones legítimas de las aguas.
Al mar estamos ligados desde el principio de nuestra historia como especie. Por ejemplo, en Galicia, la actividad extractiva en el mar está documentada desde el Paleolítico, habiéndose encontrado piedras hechas para que sirvieran de peso a grandes redes. En las excavaciones realizadas en los castros gallegos aparecen útiles para la pesca como anzuelos. En los basureros de los castros cercanos al mar se han encontrado concheiros en los que suelen ser abundantes las conchas de diversos moluscos, como mejillones, escaramujos y lapas.
De nuestro respeto a los Océanos depende la Pesca, la Acuicultura, las playas, la biodiversidad en definitiva nuestra propia supervivencia como especie.
En estos meses, muchos se acercan a los mares que bañan nuestra península para disfrutar de un merecido descanso. Alguna vez, en esas tardes de verano hablaremos sobre lo sucia que estaba la playa o nos lamentaremos sobre el poco pescado que había en la plaza. Difícilmente relacionaremos todo esto con nuestro comportamiento que, como especie, deja bastante que desear. No hay actualmente ningún plan mundial para hacer frente a la contaminación marina procedente de fuentes terrestres. Y de repente llegó el coronavirus.
La ONU estima que cada año se arrojan al mar 13 millones de toneladas de plástico y que la mitad del plástico producido a nivel mundial es para artículos de un solo uso. En el Mediterráneo, se vierten 570.000 toneladas de plástico cada año, el equivalente a 33.800 botellas de plástico por minuto, según WWF. Si la mitad de la población de España usa una nueva mascarilla quirúrgica todos los días, sería equivalente a alrededor de 705 millones de máscaras por mes. Si el 1% de esas máscaras no se eliminan adecuadamente durante un año, eso sería aproximadamente unas 84,6 millones de mascarillas contaminadas, muchas de las cuales terminaran en el mar. Aunque los guantes no se recomiendan oficialmente para el uso cotidiano, a menudo los supermercados y otras tiendas hacen que los compradores los usen uno antes de entrar. Los guantes tampoco se reciclan en España. Las ciudades españolas ya han notado el creciente problema de la basura derivada de la protección frente al coronavirus. De hecho, varios municipios han establecido multas para los que no se deshagan de este material de forma adecuada que van desde 100 hasta 3.000 € en la ciudad turística de Toledo.
Según estimaciones del Politécnico de Turín, durante el levantamiento de la fase de confinamiento, Italia necesitará mil millones de máscaras y quinientos mil millones de guantes por mes. Según un informe de WWF, “si solo el 1% de las mascarillas se desecharan de forma incorrecta y dispersa en la naturaleza, esto resultaría en que hasta 10 millones de máscaras por mes contaminando el medio ambiente”. “Teniendo en cuenta que el peso de cada máscara es de aproximadamente 4 gramos, esto daría como resultado la dispersión de más de 40 mil kilogramos de plástico en la naturaleza”, estipuló el informe.
Gran parte del EPP que se usa para proteger a los trabajadores de la salud, como guantes, mascarillas y batas, se usa una vez antes de desecharse. Tomemos, por ejemplo, las mascarillas importadas de China. Los expertos afirman que están hechos de múltiples capas de diferentes materiales o polímeros. Esta complejidad hace que sea mucho más difícil reciclar dichos artículos. Las mascarillas higiénicas deben constar de 5 partes con una gran cantidad de plástico.
La UE introdujo un conjunto de reglas para abordar como disminuir la basura marina el año pasado: su directiva sobre plásticos de un solo uso debe convertirse en ley a nivel nacional este año. Incluía una prohibición de los plásticos de un solo uso, como bastoncillos de algodón, cubiertos y pajitas. Las máscaras y guantes médicos no están cubiertos por la legislación. European Plastics Converters, una asociación comercial, ya ha pedido que la legislación de la UE se retrase un año debido a Covid-19. Sin embargo, Bruselas rechazó la petición. Aun así, hay evidencia de un regreso a los vasos de plástico de un solo uso debido a la emergencia sanitaria por Covid-19, incluso en Starbucks, donde las tazas reutilizables han sido prohibidas.
La Comisión Europea está desarrollando estándares para plásticos biodegradables, pero incluso si el PPE estuviera hecho de tales materiales, no sería una bala de plata para evitar la contaminación marina. “Un estudio reciente sobre plástico biodegradable expuesto a diferentes ambientes mostró que algunos artículos desaparecieron rápidamente, mientras que aún se podía utilizar estas bolsas para ir a la compra después de cuatro años en el mar. Para cuando llegan al mar, es demasiado tarde”. Zero Waste Europe, cree que los países no deberían tener que elegir entre la protección del medio ambiente o de la salud pública. ”Eso es lo que está sucediendo actualmente”. “En el futuro tenemos que asegurarnos de estar preparados para pandemias como esta y enfrentarnos a ellas de una manera sostenible. No tiene por qué ser una cosa a expensas de la otra”, concluye.
En España, las directrices para gestionar estos residuos los residuos son claras y vienen redactadas en la Orden SND/271/2020, de 19 de marzo, sobre gestión de residuos. Resumimos aquí las que mejor nos pueden ayudar:
– Nunca tires estos residuos por el inodoro, ni los abandones en el entorno.
– Los guantes y mascarillas no se reciclan, excepto si son biodegradables. Introdúcelos en al menos dos bolsas de basura que irán al contenedor gris para evitar que se contagien los trabajadores de las plantas de reciclaje. El coronavirus puede sobrevivir en ella incluso cuatro días. Acabará incinerándose o en vertederos.
– Nunca irán a las papeleras y tampoco al contenedor equivocado (plástico, vidrio o papel).
– En caso de que haya infectados en casa o en cuarentena por Covid-19, deberán depositarse en una bolsa de plástico (bolsa 1) los pañuelos, guantes, mascarillas, etc. que use. Es recomendable que el enfermo tenga esta bolsa en su habitación en un cubo con pedal. Esta bolsa se cerrará herméticamente y se introducirá en una segunda bola de plástico (bolsa 2) que quedará junto a la puerta de salida de la habitación. En ella la persona cuidadora depositará sus propios guantes y mascarillas antes de cerrarla bien. Esta segunda bolsa irá a la bolsa de basura (bolsa 3) en la que se depositan el resto de residuos domésticos.
– Los guantes, gafas de plástico, batas u otros residuos después de haber estado con una persona enferma seguirán este mismo procedimiento. En la tela y la ropa, el Covid-19 puede aguantar hasta dos días.
Dado que el uso generalizado de EPP es un fenómeno nuevo e inesperado, no se han realizado estudios sobre exactamente el impacto de los desechos en la fauna y flora y el medio ambiente marino. Los investigadores han descrito como otros plásticos presentan riesgos para los animales marinos, en los que pueden enredarse o comer piezas que se confunden con alimentos. En diciembre de 2019, se descubrió que un cachalote que murió después de varar en la isla escocesa de Harris tenía una bola de basura de 100 kilogramos (220 libras) en el estómago. Incluso si un fragmento de plástico en el mar no causa daños graves, aunque hay tener en cuenta que su degradación libera paulatinamente contaminantes o visibles, cuando está intacta, su destino final es romperse en miles o millones de pequeñas piezas y convertirse en pequeños microplásticos. Un estudio realizado por Science Advice for Policy por European Academies encontró que altas concentraciones de microplásticos causan daño físico al medio ambiente y a los seres vivos, incluyendo procesos inflamatorios y estrés.
Todos vivimos del mar pero vivimos de espaldas a él. Nuestra ingratitud es enorme.
Me resulta muy preocupante las acciones de prevención contra el Covid19 en colegios.
Vamos en corto plazo a escenarios en que morirán niños.
No podemos fiarlo todo a la vacuna, por las mutaciones sucesivas de este coronavirus. Por lo tanto, vamos a un escenario difícil de prever.